En segunda vuelta el voto en blanco no es blanco


El voto en blanco es una legítima opción de decisión política con la que que los ciudadanos pueden expresar su inconformidad frente a los candidatos o candidatas que participan en una contienda electoral y no votar por ninguno de ellos; pero en segunda vuelta es un simple señuelo democrático porque no tiene ninguna validez jurídica ni efecto electoral, es decir que aunque obtenga mayoría no obliga a que se repitan las elecciones con otros candidatos; y es por ello que ni siquiera debería aparecer en el tarjetón, como lo solicitó el magistrado del Consejo Nacional Electoral, Armando Novoa, quien además señaló que el voto en blanco no obtuvo la segunda mayoría en la primera vuelta.
Ahora si se considera el contexto y el riesgo que implica el retorno de Uribe al poder, con la instauración de una dictadura civil que pone en grave peligro el proceso de construcción de una paz real, y la eliminación de la independencia de las tres ramas del poder público, soporte de la democracia, es posible entender porque el voto en blanco es un voto totalmente desligado del acontecimiento histórico y ajeno a lo que plantea esta coyuntura en la que se define el destino del país. No son solo unas elecciones presidenciales; lo que se juega es un modelo de país y la posibilidad de concretar el Estado social de derecho que establece nuestra Constitución. Lo simbólico hoy puede convocar a la tragedia. Y la ruina física y moral de un país sometido a un poder mafioso no es simbólica.
En este proceso electoral específico el voto en blanco no es un voto de conciencia, es un voto que contribuye justamente a debilitar nuestra ya de por si desgastada y débil democracia, en lugar de profundizarla y fortalecerla. El voto en blanco equivale a abrir las puertas para que una feroz y violenta dictadura civil se instale en el país: Uribe ya goza de mayorías en el congreso, y con Duque en el ejecutivo sometería a la rama judicial al deshacerse de todas las cortes para crear una a su medida, eliminaría el blindaje jurídico del proceso de paz, y además tendría la potestad de elegir a dedo a un fiscal de bolsillo, lo que le permitiría ejercer pleno control del ministerio público (y los colombianos (as) ya conocemos los alcances de una Procuraduría y de una Fiscalía politizadas y de bolsillo).
Ahora, si nos atenemos a las encuestas y a las tendencias, en las que se observa una reñida competencia entre los dos candidatos, el voto en blanco si podría tener una incidencia real en el resultado e inclinar la balanza a favor del crimen, la deshumanización, la violencia, la corrupción, la impunidad y la tiranía, que es justamente lo que encarna y promete Uribe con su marioneta en el poder.

¿En qué país queremos vivir los próximos años? Tenemos la oportunidad histórica de decidir y votar a conciencia el próximo 17 de junio.

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