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Mostrando entradas de mayo, 2019

The New York Times y la patria boba

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“A nosotros nos median por baldados de sangre” Declaración ante la JEP del exparamilitar alias ‘Chatarro’, sobre el coronel Héctor Cabuya y los ‘falsos positivos’. Desde que estalló el escándalo por la publicación del New York Times en la que advierte sobre el retorno de la práctica criminal de los falsos positivos, que en realidad son asesinatos a sangre fría, no hay diario ni medio nacional, grande o chico, que no se haya referido al tema. Y no es para menos. Cuando el presidente Duque asumió sus funciones presidenciales, una de sus primeras decisiones, como suelen hacer los jefes de Estado, fue remover la cúpula militar y de policía. Así lo anunció el lunes 10 de diciembre de 2018, cuando desde la Casa de Nariño informó que los nuevos comandantes serían: “En las Fuerzas Militares, el mayor general Luis Fernando Navarro Jiménez; en Ejército el mayor general Nicacio de Jesús Martínez Espinel; en la Armada Nacional el vicealmirante Evelio Enrique Ramírez Gafaro;

Alguien observa: Colombia y el proceso de paz no están solos

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Dice Iván Márquez que fue un grave error entregar las armas. Tiene razón en afirmarlo -o en pensarlo- pero se equivoca. Apostarle a la paz es un deber moral, aunque sus costos sean siempre muy elevados. Buscar la paz y defender la vida siempre será el camino correcto. El error es y será siempre continuar con una guerra degradada y violenta que solo deja muerte, destrucción, ruina y dolor; una guerra que después de más de seis décadas de sevicia y horror, el país quiere y necesita superar. La diferencia de la Colombia de hoy con la del pasado no es que los gobiernos ofrezcan garantías reales de paz, justicia, buena voluntad o serias intenciones de cumplir con lo pactado. Tampoco es que los intereses populares ocupen la primera línea de sus agendas y que sobre las decisiones de Estado prime la sensibilidad humana, la empatía por el sufrimiento de las mayorías o la necesidad de vencer la intolerable y escandalosa desigualdad social. No. La diferencia es que ahora existe una

Gobierno sin moral asesta otro golpe a la dignidad nacional

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La imagen de ayer, la que copó casi todos los espacios de la vida nacional y se proyectó ante el mundo, fue en extremo dolorosa, indignante y perturbadora. Pero también muy diciente. Un hombre ciego, transportado en silla de ruedas, herido, convaleciente y dopado, rodeado por al menos una decena de guardias del INPEC, otro tanto de agentes del ESMAD, engañado e incrédulo ante lo que sucedía -porque le habían asegurado, luego de más de un año de cautiverio sin pruebas ni garantías procesales, la libertad que profirió la JEP, ordenó la Fiscalía, ratificó un Habeas Corpus y un fallo del Tribunal Superior- de repente, luego de dos minutos de sombría libertad, fue de recapturado ante el espanto, la impotencia y la sorpresa de sus amigos y amigas, de curiosos y de la misma prensa, que lo esperaban fuera del penal. Esta sorpresiva y marrullera maniobra explicó entonces la injustificada demora de casi dos días para dar cumplimiento con su perentoria orden de salida. Seguramente l