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Mostrando entradas de septiembre, 2019

Los politicos

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Los puedo ver. Casi que puedo escuchar sus risas, el golpe del cristal en sus largos brindis, el tintineo de los hielos y sus sonoras carcajadas cuando entre oscuras apuestas se van repartiendo el país como si fuera una res sin dueño. No todos tienen la fortuna -ni por destino ni por carácter ni por unción- de acceder al corazón visible de ese animal que llamamos poder. Unos tendrán que conformarse con una pata, o con menos, con una pezuña, pero algo es algo, peor es nada. Lo importante es que todos gozan de reconocimiento y admiración en sus pueblos, otros en su regiones y algunos son destacadas figuras públicas a nivel nacional. Disfrutan de prosperas alianzas, de negocios multimillonarios, de lujos que los lleva a creer que han sido favorecidos con una gracia especial; son temible gente de bien en un mundo de bribones. Cuando caminan por la calle, casi nunca sucede, a no ser que se trate de un inconveniente que los obligue a descender o a subir a la camioneta blindada frente a l

Mujer y honestidad no son sinónimo

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Hoy muchos políticos no solo fingen ser honestos, además posan de incluyentes y demócratas promoviendo candidaturas de mujeres que garanticen la continuidad de sus mismas prácticas oscuras. Y hablan de equidad e igualdad, y dicen: "Si una mujer llega al poder se acaba la corrupción". Mentira. Y lo saben. Todo es demagogia y oportunismo. Olvidan a la ex gobernadora de Guajira Oneida Pinto, a la congresista Aída Merlano, a la narcopara Enilce López, alias 'la gata', a la senadora del Centro Democrático María Margarita Restrepo, a la investigada política liberal Arleth Patricia Casado, y muchas otras. Memorable es en Filipinas, Imelda Romuáldez Marcos, esposa del dictador Ferdinad Marcos, célebre por costear lujos y comodidades con los recursos públicos, como tener más de 1000 pares de zapatos, o la ex primera dama de Honduras Rosa Elena Bonilla, esposa del expresidente Porfirio Lobo, condenada la semana pasada a 58 años de cárcel por delitos de corrupción o Sar