No le felicito ni espero que le vaya bien

Lo que faltaba. Ahora todos los "ciudadanos de bien", incluidos los que ayer ondeaban las banderas por una Colombia Humana, clamando justicia y cambio para este aporreado país, hacen un llamado al debate civilizado, sin descalificaciones ni epítetos, ni reclamos altisonantes; todo con respeto, mesura, sin agresiones ni insultos y sin sacar prontuarios a la luz de la historia.  Hay que felicitar al nuevo patrón y desearle que le vaya bien. ¡Pues no!

Hoy observo a muchos nobles amigos, deseándole suerte y éxitos a Duque en su mandato, porque alguien dijo alguna vez que si al presidente le va bien, al país también le va bien. Ese alguien desconocía la historia de un continente violentado y doblegado durante siglos por gobiernos despóticos que se disfrazan de democráticos para llenarse los bolsillos y engordar sus cuentas bancarias en paraísos fiscales, mientras se dedican a exprimir, esclavizar y mancillar al pueblo que dicen representar.

Si le va bien a Duque le va muy mal país.

Así que no. Yo no le deseo suerte en su mandato nominal ni lo felicito por su infame y tramposo triunfo que equivale a la derrota moral de un país decente y pensante, que aspira a realizar el Estado Social de derecho, de justicia y bienestar, que promete nuestra Constitución.

Usualmente a los presidentes les va bien mientras gozan del poder y pueden comprar congresistas con el dinero de la nación, incluso después les va mejor: salen más ricos de lo que llegaron, se retiran con una jugosa y vitalicia pensión y siguen siendo llamados presidentes aunque ya no lo sean. Son venerados, consultados, orientan la opinión, brindan costosas asesorías y son invitados a dictar conferencias en las universidades más prestigiosas del mundo aunque hayan dejado tras de sí una estela de infamias, muertes, violencias, oprobios, miserias y corrupciones. En cambio al pueblo siempre le va mal. ¿O cuándo le ha ido bien?

Yo no le deseo lo mejor. Todo lo contrario. Ojalá no logré consolidar su regresiva y represiva propuesta de gobierno, ojalá no logré materializar la revancha de Uribe ni garantizarle la impunidad que espera, ni recortar los derechos y libertades ciudadanas que prometió desconocer con la ayuda del inquisidor, ni consolidar la dictadura civil a la que aspiran los dos, ni desvertebrar la Constitución del 91, ni 'embolsillarse' todos los órganos de control ni destruir los Acuerdos de Paz, ni extraditar con montajes a la cúpula de las FARC, ni sepultar el proceso de paz con el ELN.

Ojalá no logren aniquilar al movimiento social, como quisieran, ni garantizar que todos estos crímenes, y todas las verdades de la guerra queden condenados al silencio, el olvido y la impunidad.

Espero más bien que, contrario a su deseo y al de su patrón, crezca una oposición libre de intereses personales y que se consolide una profunda y sería resistencia civil que logré marginarse de las vanidades y apetitos de los políticos de turno, para concretar un verdadero avance social, político, cultural y democrático en el país, y en todo el continente americano.

Ojalá se realice el cambio al que Duque, Uribe, Ramírez, Pastrana, Popeye, los dos Gavirias y toda esa caterva criminal que los acompañan, se oponen, y ojalá sobre sus afanes mercantilistas, se imponga nuestro deber y conciencia de cuidar, defender y preservar la vida, rescatar la dignidad humana y salvar nuestro ecosistema amenazado.

//Para quienes esperan que Uribe se haga a un costado, les recuerdo que no se puede esperar altura histórica del enanismo moral.

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