Mujer y honestidad no son sinónimo



Hoy muchos políticos no solo fingen ser honestos, además posan de incluyentes y demócratas promoviendo candidaturas de mujeres que garanticen la continuidad de sus mismas prácticas oscuras. Y hablan de equidad e igualdad, y dicen: "Si una mujer llega al poder se acaba la corrupción". Mentira. Y lo saben. Todo es demagogia y oportunismo. Olvidan a la ex gobernadora de Guajira Oneida Pinto, a la congresista Aída Merlano, a la narcopara Enilce López, alias 'la gata', a la senadora del Centro Democrático María Margarita Restrepo, a la investigada política liberal Arleth Patricia Casado, y muchas otras. Memorable es en Filipinas, Imelda Romuáldez Marcos, esposa del dictador Ferdinad Marcos, célebre por costear lujos y comodidades con los recursos públicos, como tener más de 1000 pares de zapatos, o la ex primera dama de Honduras Rosa Elena Bonilla, esposa del expresidente Porfirio Lobo, condenada la semana pasada a 58 años de cárcel por delitos de corrupción o Sara Netanyahu, esposa del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, quien reconoció hace tres meses haberse apropiado de fondos del Estado para pagar sus excentricidades. Incluso la vicepresidente de Colombia, fue señalada hace pocos días de haber recibido dinero de Odebrecht, lo cual -es bastante seguro- no será materia de investigación.

Hay mujeres que utilizan a sus hijos para chantajear y expoliar económicamente a su ex compañero, que ante la frustración romántica se proponen destruirlo y como venganza fabrican falsas denuncias; los casos con figuras públicas abundan. Las hay también aquellas ignorantes que cuando llegan al poder utilizan su posición para enriquecerse, robar y satisfacer su arribismo y vanidad, o las que ascienden colgadas del apellido de su padre o de su marido, como en los casos de muchas primeras damas o congresistas.

Hay seres humanos decentes y amables, como los hay también corruptos y violentos. La decencia y la coherencia son cuestión de principios y de valores. No de género.

Por fortuna, también contamos con mujeres, políticas y candidatas, docentes y trabajadoras honestas, valientes, estudiosas y corajudas, que rompen el molde, que no son cuota de nadie ni esposas de alguien.

Y si alguna de ellas aparece en el tarjetón electoral, sin dudarlo la tenemos que apoyar. No solo porque alcanzar la equidad en el ejercicio del poder sea cuestión de justicia, es también una deuda histórica que hoy, cuando reclamamos un cambio real, podemos y debemos saldar como sociedad.

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Ilustración tomada de https://es.123rf.com/photo_68117509

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