La torpe decisión del gobierno colombiano

Una periodista alemana vino a Colombia, le gustó Cali, se estremeció ante el malestar social que denunciaban las juventudes y algunos sectores sociales del país, apoyó la resistencia pacífica de la Primera Línea, como haría cualquier ciudadana sensible y consciente, e informó al mundo lo que atestiguaba. Trataron de asesinarla, su acompañante recibió 13 tiros, la policía la acosó y el gobierno, a través de su oficina de migración, la retuvo a la fuerza y la expulsó del país. ¿Democracia?

La expulsión del país de la periodista Rebecca Linda Marlene Sprößer por apoyar la Primera Línea de Cali, confirma que Colombia ha caído en una peligrosa autocracia en la que se anula el principio de pluralidad, disenso y contradicción, se desconocen principios fundamentales de una democracia y se impone, bajo la fuerza y el uso indebido de la institucionalidad, un peligroso unanimismo político que exige la violación de los derechos humanos y el desconocimiento de estándares internacionales.

Podrá argumentar el gobierno que se venció su permiso de estadía para justificar la arbitraria decisión, pero ante el mundo ha quedado claro que la razón de su expulsión es su apoyo a los jóvenes que resisten y se manifiestan en Cali contra el mal gobierno, la violación a los derechos humanos, la corrupción administrativa, el deterioro democrático, los genocidios en marcha, la crisis social, política y económica que hoy, en medio de la pandemia, tiene a más de la mitad de la población marginada de la agenda pública, en el hambre y el desempleo, mientras el gobierno despilfarra recursos, persigue a quienes le cuestionan y niega el derecho a una Renta Básica Universal, entre otras atrocidades.

Torpe decisión haberla expulsado y haberle impuesto una sanción que impide su pronto regreso al país. Si el objetivo era silenciarla, cuando el deber del Estado era protegerla y atender sus graves denuncias, ha logrado todo lo contrario, y una vez más las organizaciones internacionales, los gobiernos y las fuerzas democráticas del mundo, observan con espanto la realidad colombiana y el autoritarismo ramplón de un mandatario totalmente desprestigiado, manoseado y desgastado. Nada positivo le deja al país está temeraria decisión, todo lo contrario. Nadie ganó con ella. Perdió el país, la democracia, el sentido común y la sociedad; hasta el nefasto gobierno se autogoleó.