Nos deben la verdad
Sobre los desaparecidos en la retoma
del Palacio de Justicia
Resulta curioso, por decir lo menos,
que luego de tres décadas de silencio y negligencia institucional, de
persecución a los familiares de los desaparecidos, de negación de
responsabilidades por parte de las Fuerzas Militares y del mismo Estado colombiano,
y del fallo condenatorio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
(proferido en diciembre del 2014, por la desaparición de 11 personas y la
retención ilegal y tortura de otros cuatro civiles durante la retoma del
Palacio de Justicia, y en el que se exige buscar y ubicar a las personas
desaparecidas y pedir perdón públicamente por lo ocurrido), empiecen a aparecer
los desaparecidos de modo poco ortodoxo.
Esta semana el Instituto de Medicina
Legal confirmó que el cuerpo de Héctor Jaime Beltrán, joven empleado de
cafetería, fue encontrado en la ciudad de Barranquilla en la tumba del
magistrado auxiliar Julio César Andrade, cuyos restos fueron exhumados 15 meses
atrás, de acuerdo con la intención de la Fiscalía de “exhumar los restos de las
casi 100 víctimas del holocausto para cotejar sus identidades con pruebas de
ADN y compararlas con las de los familiares de los desaparecidos. ¿Pero después
de tantos años sin respuestas ni voluntad política cuáles son esos elementos
que afirman generan sospecha y que llevan a la Fiscalía a emprender esta labor
titánica desde hace más de dos años?
Con Beltrán ya son cinco los
desaparecidos encontrados luego de la incesante búsqueda liderada por sus
familiares, incluyendo a Ana Rosa Castiblanco, una empleada de cafetería que al
parecer estuvo enterrada como N.N. en un cementerio de Bogotá durante 13 años y
fue identificada en el 2001. Los otros cuatro fueron encontrados, después del
fallo del tribunal internacional. En octubre de 2015 se identificaron los
restos de Lucy Amparo Oviedo, visitante ocasional de palacio, en el cementerio
del sur de Bogotá, los de Cristina del Pilar Guarín Cortés y Luz Mary Portela,
empleadas de la cafetería, en cementerios privados. Dos de ellas estaban en los
ataúdes de la magistrada auxiliar Libia Rincón y María Isabel Ferrer, quienes
también murieron en la toma del Palacio.
En su fallo, la Corte IDH señaló que
“existió un modus operandi tendiente a la desaparición forzada de personas
consideradas como sospechosas de participar en la toma o de ser colaboradores del
grupo guerrillero M-19. También reconoce que estas personas eran separadas del
resto de rehenes y conducidas a instalaciones militares, donde en algunos casos
fueron torturadas y desaparecidas”. Y probó que “bajo la dirección de
funcionarios militares, las autoridades alteraron gravemente la escena del
crimen y además cometieron múltiples irregularidades en el levantamiento de los
cadáveres”.
El Estado colombiano presentó una
defensa encabezada por el abogado Rafael Nieto Loaiza, que indignó a los mismos
magistrados del alto tribunal de justicia, y declaró al Estado responsable
internacionalmente "por violaciones de derechos humanos cometidas en el
marco de los sucesos conocidos como la toma y la retoma del Palacio de
Justicia" y por faltar a su deber de garantizar el derecho a la
vida. Igualmente condenó a la Policía y al Ejército Nacional por el
“manejo irregular” que se presentó con los rehenes que eran trasladados a la
Casa del Florero.
Las autoridades de ese entonces negaron
-y siguen negando- la sistemática práctica de torturas, asesinato y
desaparición forzada. Incluso, han reiterado que los supuestos desaparecidos
perecieron durante el incendio que consumió casi por completo las instalaciones
del Palacio de Justicia. Sin embargo, las evidencias los contradicen. En el
caso de Cristina del Pilar Guarín, el reporte forense indica que, pese a que la
causa precisa de la muerte no fue determinada, “la joven recibió cuatro
disparos”, tenía trauma dorsal y abdominal y sus estructuras óseas fueron
“expuestas a altas temperaturas” después de muerta, lo que refutaría la versión
de que murió a causa del incendio. El documento es rotundo cuando afirma
que fue víctima de homicidio. ¿Por qué el trozo hallado de su falda escocesa no
estaba quemada y su vertebra lo estaba por dentro pero no por fuera?
Si a alguien conviene que hoy aparezcan
los desaparecidos del Palacio de Justicia es a los militares. No sólo pondrían,
una vez más, en entredicho la verdad histórica sobre la desaparición de civiles
y guerrilleros, bajo el argumento de que en ese momento de tanta confusión
institucional se incurrieron en algunos errores de procedimiento, como lo
sostuvo en su momento la defensa del coronel Sánchez Rubiano al asegurar que no
hubo desaparecidos en el Palacio de Justicia, sino personas sepultadas sin
identificación o entregadas equivocadamente porque “el manejo de los cadáveres
fue muy malo, deficiente”, pero nunca se incurrió en las conductas criminales
por las cuales la misma Corte IDH condenó al Estado colombiano.
No se puede precisar con total certeza
cómo estos hallazgos podrán aportar a la verdad judicial y a los procesos en
lenta marcha, pues hasta la fecha la Fiscalía ha llamado a indagatoria a 14
militares, sin que se haya logrado determinar la verdad plena sobre lo
ocurrido. El coronel Luis Carlos Sadovnik, ‘Arcano 5’, el segundo al
mando de la Brigada XIII del Ejército en ese entonces, fue quien dijo durante
el operativo: “Esperamos que si está la manga no aparezca el chaleco, cambio”,
una orden cifrada para desaparecer civiles y combatientes, pero falleció antes
de ser llamado a declarar en el 2009.
El coronel Alfonso Plazas Vega, ‘Coraje
6’, fue condenado por el Tribunal Superior de Bogotá a 30 años de prisión
como “autor mediato” en la desaparición de Irma Franco y Carlos Rodríguez,
quienes, según pruebas documentales salieron con vida del palacio de Justicia,
pero en diciembre de 2015 fue absuelto por la Corte Suprema de Justicia. El
general Jesús Armando Arias Cabrales, ‘Arcano 6’, responsable de plan de
estrategia militar llamado el Plan Tricolor, fue condenado por omisión, y
aunque la procuraduría se opuso a su condena, esta fue ratificada en el 2014
por la Corte Suprema de Justicia. El coronel en retiro Edilberto Sánchez
Rubiano, ‘Arcano 2’, jefe del B-2, aunque fue condenado a 40 años de cárcel en
el 2016 por la desaparición de Carlos Augusto Rodríguez y Bernardo Beltrán
Hernández, sigue en libertad en espera de que su caso llegue a casación en la
Corte Suprema y su condena quede en firme.
En 2014 tres generales, Jesús Armando
Arias Cabrales, Rafael Hernández López y Carlos Augusto Fracica, fueron
llamados a indagatoria por el asesinato del magistrado del Consejo de Estado,
Carlos Horacio Urán, quien salió con vida de Palacio y según la Comisión de la
Verdad murió por un tiro de gracia de un arma calibre 9 milímetros y su cadáver
fue lavado antes de ser ubicado en el edificio, pero el caso no prosperó
y la fiscal delegada ante la Corte Suprema, Ángela María Buitrago terminó
siendo retirada de su cargo.
El general (r) Iván Ramírez, el
coronel (r) Fernando Blanco Gómez y el sargento (r) Gustavo Arévalo
Moreno, investigados por su presunta responsabilidad en la desaparición forzada
de la guerrillera Irma Franco
Pineda y varios civiles, así como del secuestro y tortura de los
estudiantes de la Universidad Externado de Colombia Yolanda Santodomingo y
Eduardo Matson, y de Orlando Quijano, funcionario de la Corte Suprema de
Justicia, fueron absueltos en 2011 por orden de la juez 51 penal del
circuito de Bogotá. El ex presidente Belisario Betancur, jefe máximo de las
Fuerzas Militares y el ministro de Defensa, Rafael Samudio Molina, quien ordenó
el traslado de tropas desde otras ciudades para el operativo de retoma, no han
respondido ni responderán nunca ante la justicia por sus responsabilidades en
los hechos.
El Estado, pese a los avances de los
últimos años, debe muchas explicaciones no sólo frente a los hechos ocurridos
durante y después de la toma y retoma, también sobre los protocolos de búsqueda
y los resultados de las recientes exhumaciones. Hoy se reconoce como verdad
histórica algunos hechos ya demostrados. Se sabe que fue una toma anunciada,
que hubo retenciones ilegales, torturas y desapariciones forzadas, que se
cometieron varias irregularidades en el operativo de retoma, se impartieron
órdenes militares para cometer delitos de guerra y crímenes de lesa humanidad,
se empleó excesivo material bélico contra la sede de la justicia atestada de
civiles, se incendió el Palacio de manera intencional, se impidió la oportuna
acción del cuerpo de bomberos, y, siguiendo órdenes de altos mandos, algunos
militares lavaron el Palacio de Justicia para borrar evidencias claves.
También se sabe que varios civiles
fueron conducidos a la Casa del Florero tal y como se observa en registro
fílmico de la época y cómo lo reiteró el suboficial Yesid Cardona (desaparecido
en extrañas circunstancias antes de ampliar su declaración); las familias
de los desaparecidos fueron perseguidas y amenazadas por su corajuda búsqueda
de respuestas y de sus seres queridos, y dos abogados que llevaban los procesos
fueron asesinados: Eduardo Umaña Mendoza y el ex juez Tarsicio Roldán,
representante de los magistrados y también apoderado de los familiares de las
víctimas de la masacre de Segovia. Ahora la Fiscalía y Medicina Legal tendrán
que explicar cómo están seleccionado las tumbas de cuyos restos sospechan y si
los restos encontrados reposan allí desde hace varios años o si fueron
acomodados recientemente.
Una prueba que confirma que algunos militares
si saben qué ocurrió con los desaparecidos es el sargento Bernardo Garzón
Garzón. Cuando fue miembro de inteligencia militar logró infiltrar al M-19
antes de la toma y aunque negó ante la Fiscalía su participación en la retoma del
Palacio y se retractó de sus declaraciones dadas hace más de 20 años, cuando
señaló que el general Iván Ramírez y otros oficiales fueron los responsables de
las desapariciones de civiles, se convirtió, según reveló Semana, en el testigo
clave que permitió hallar los restos de tres de las desaparecidas.[1] El
suboficial estuvo detenido 31 meses en el Cantón Militar Nápoles, de Cali, pero
recuperó su libertad en el 2016 por vencimiento de términos, en una típica
estratagema de dilación de los abogados defensores para lograr impunidad.
¿Fue a cambio de información que se
garantizó la negligencia de la justicia? ¿Qué ha revelado el suboficial en sus
declaraciones? ¿Dónde están los restos de Rincón, Ferrer, Andrade y de los
demás desaparecidos? Un año antes de la condena de la Corte Interamericana, el
CTI de la Fiscalía declaró que ya no sabía dónde más buscar a los desaparecidos
del Palacio de Justicia; que los restos exhumados en fosas comunes del
Cementerio del Sur de Bogotá ya habían sido analizados “sin más coincidencias
que la de Ana Rosa Castiblanco, René Francisco Acuña, un transeúnte registrado
como Ricardo Mora y el ex guerrillero Fabio Becerra Correa”.
Sin embargo, luego del fallo
internacional si supieron dónde buscar y así fueron identificados los restos
del magistrado Luis Emiro Sandoval, María Lida Mondol de Palacios, auxiliar del
magistrado Manuel Gaona Cruz, la magistrada Blanca Inés Ramírez, los
guerrilleros del M-19 William Almonacid, Mónica Molina Beltrán y Carmen
Cristina Garzón Reyes y de la funcionaria Ruth Zuluaga. Pero frente a este
último hallazgo surgen las mismas dudas que frente a los desaparecidos
encontrados: ¿Su cuerpo fue trasladado luego de haber muerto bajo tortura?
En 1989 el sargento Ricardo Gámez
Mazuera envío su testimonio a la Procuraduría General con copia a otras
entidades, y entre otras alarmantes denuncias afirmó que: “La señora Ruth
Mariela Zuluaga de Correa, secretaria del magistrado Carlos Medellín, fue
sacada del Palacio y llevada con quemaduras graves al Hospital Simón Bolívar,
donde fue atendida por el Doctor Cristóbal Sastoque Melani, jefe del Pabellón
de Quemados de dicho hospital”. Sin embargo, “algunos informes de inteligencia
dieron cuenta de que "habían sacado una guerrillera y la tenían en el
Hospital Simón Bolívar". Fue enviado, entonces, un sargento de nombre Juan
(apellido posiblemente Rodríguez)…con 3 soldados del S-2, para sacarla del
hospital y llevarla a la Escuela de Caballería”.
¿Cuántos desaparecidos son finalmente?,
¿Cómo terminaron los restos de personas desaparecidas y supuestamente buscadas
por casi 32 años en otras tumbas?, ¿Qué protocolo se ha seguido para su
identificación? ¿Hace cuánto fueron llevados los restos de los desaparecidos a
las fosas que hoy son objeto de revisión? ¿Están los militares removiendo los
restos o hace varios años decidieron depositarlos en otras tumbas y en fosas
comunes? ¿Cuándo la justicia revelara toda la verdad sobre los autores
materiales e intelectuales de los secuestros, torturas y, en algunos casos,
asesinato y desaparición forzada de ciudadanos y ciudadanas a manos de la
fuerza pública?
Si está en marcha un plan para seguir
vulnerando los derechos de las víctimas a verdad y justicia, lo cual tendrá que
ser investigado por las autoridades, es evidente que la cúpula castrense
siempre ha sabido dónde están los restos de las personas desaparecidas y que
los perpetradores de estas graves violaciones a los Derechos Humanos y al
Derecho de Gentes cometidas antes durante y después del operativo de retoma
siguen vivos y tienen el suficiente poder para llevar a cabo un plan como éste,
pero ¿desde hace cuánto lo ejecutan?. Ahora, si la versión sobre el uso
de ácido de batería para desaparecer algunos restos es verídica, varios de los
desaparecidos nunca serán encontrados.
Si en el caso de Héctor Jaime Beltrán,
se demuestra que fue asesinado, que es lo más seguro, ¿quién lo asesinó?
¿Dónde? ¿Por qué? ¿Quiénes participaron y ordenaron este y otros crímenes?,
¿bajo qué circunstancias fue su cuerpo desaparecido y depositado en otra tumba?
Los militares siguen negando los hechos. Como escribió hace algunos días,
Gabriel Andrade, hijo del magistrado ahora desaparecido, “la aparición de los
desaparecidos y la desaparición de los muertos” mortifican, pero no sólo a él y
a su familia, sino a todo un país que aún espera conocer toda la verdad, por
más burda y dolorosa que sea.
[1] Revista Semana; “Siempreviva: la realidad superó la ficción”. Sección
Judicial, Bogotá, octubre 23 de 2015. Ver:
http://www.semana.com/nacion/articulo/siempreviva-la-pelicula-inspirada-en-la-lucha-de-la-familia-de-cristina-guarin/447309-3
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