Prensa mercenaria

 



Bogotá, junio 21 de 2023. Desde hace algunas décadas, quizás con más rigor y recursos en los últimos lustros, los grandes medios de comunicación se han convertido en el principal instrumento de oposición a los gobiernos progresistas en buena parte de los países del mundo, entre ellos Colombia. Las frases lapidarias sin sustento probatorio, la acción propagandística como información cotidiana, la fabricación de hechos noticiosos, los montajes y los abusos son evidencia de un grave retroceso democrático. 

Si bien este proceso de degradación no inició ayer, ciertamente se ha ido afianzando en la medida que se impone la creencia de que la prensa más que un bien social que define la calidad de nuestras democracias, es un producto de mercado que se comercializa como cualquier otro. Lograr su posicionamiento, venta e incremento en las ganancias monetarias es licito y válido en aras de la prosperidad del negocio. De este modo los escándalos, las tormentas mediáticas y los montajes con fuentes invisibles, marcan la tendencia, y los límites éticos que indican qué y cómo se debe procesar la información periodística, que asuntos son realmente de interés ciudadano o bajo que parámetros deben ser tratados, se desvanecen bajo las imperantes reglas del mercado. Lo importante no es la confianza ciudadana ni los valores sociales del periodismo. Lo esencial es el éxito comercial y mantener una vieja e inquebrantable alianza con el poder (que no siempre es gobierno).

En una democracia que se fortalece, este tipo de prensa no puede tener la última palabra. Cuando la industria de la noticia, enemiga de un proyecto político de cambio, define la agenda pública es porque la comunicación política en el ejercicio de gobierno está fracasando, carece de estrategia y hay ausencia de una conciencia moral colectiva. 

En una columna de opinión publicada por el portal El Comején, el escritor Yesid Arteta señaló que “la primera regla que debe aprender a rajatabla un político es que toda lucha contra un periodista está perdida de antemano. Incluso, hasta con el peor y más embustero del mundo. Más en estos tiempos de caos informativo en que lo real y lo ficticio se han equiparado”[1].  Habitualmente se pierde, cierto, pero callar y tolerar la infamia e irresponsabilidad de la gran prensa, subestimando el daño social y político que causa una prensa tóxica y servil a intereses mercantilistas, que degrada las democracias, adormece o envilece la conciencia ciudadana, naturaliza lo abyecto y convierte el dolor humano en producto de consumo para una sociedad atontada, tampoco es la opción más acertada cuando se aspira a construir una sociedad responsable, respetuosa de la vida, la dignidad humana y consciente de la importancia de defender y mantener principios éticos que faciliten la existencia colectiva y definen la manera como nos relacionamos socialmente. 

En Colombia la oposición política -más que los mismos partidos o las bancadas en el legislativo-, la está ejerciendo, de manera inescrupulosa, la prensa mercenaria, que ha priorizado el fin comercial y político, sobre su propia razón de ser. Y ha sido tal su alcance, que la agenda de gobierno se desdibuja, los aciertos y avances en la implementación de un programa ambicioso y profundamente transformador, pasan casi inadvertidos ante la avalancha de críticas y cuestionamientos -algunos con fundamento- que desde la prensa se le hacen, también apelando a escándalos fabricados con el objetivo claro de debilitar su gobernabilidad y generar caos institucional. Que la prensa debe cuestionar, indagar, confrontar los poderes dominantes en busca de la verdad y el bien social, fiscalizar las actividades del poder y ejercer vigilancia y control sobre la gestión pública, por supuesto que sí, pero cuando ese indagar persigue enlodar antes que la verdad debe ser atajada, no con censura, pero si con una estrategia audaz, que identifique aliados naturales, construya desde los territorios y avance en la consolidación de una propuesta que revele avances en materia de derechos, justicia social y reformas estructurales en curso, y en el cumplimiento de su propio programa de gobierno. 

Un hecho reciente, que ha encendido las alarmas sobre el deber ser de la prensa y los límites éticos en el ejercicio profesional, se dio luego del conocido escándalo de la “niñera papers”, cuando revista Semana lanzó un ataque sin fundamento ni consideración con los principios más elementales de la prensa, contra el gobierno nacional, renunciando a su deber de brindar información veraz e imparcial a la ciudadanía. La periodista María Jimena Duzán expresó la indignación que este hecho desató en varios sectores del país,  a través de una columna publicada en la revista Cambio, dónde afirmó: “Así, por puras oídas, sin verificar si lo que decía la fuente era cierto, sin una prueba de la versión proveniente presuntamente de un difunto y sin abrir ángulos de contexto ni pedir una declaración al presidente, la revista dio por hecho que su fuente anónima decía la verdad y dictó su veredicto en un trino de Vicky Dávila: “Urgente: La plata era de Petro, eran 5 maletas y 3.000 millones de pesos”[2]. 

Una semana después de la difusión de esta noticia difamatoria -que se convirtió en tendencia en redes sociales y fue desmentida por el Jefe de Estado -, y de las sospechas implantadas, estilo serie televisiva de conspiración política, sobre la verdadera causa de la muerte del teniente coronel de la Policía, Óscar Dávila, miembro de la seguridad presidencial vinculado al otro escándalo por supuestas interceptaciones ilegales, la Fiscalía General de la Nación concluyó, con base en el informe realizado por el Instituto de Medicina Legal, que el oficial de 42 años de edad y 24 de servicio, decidió quitarse la vida. “Para la Fiscalía General de la Nación, los resultados de la necropsia son positivos para suicidio", concluyó la vicefiscal general, Martha Janeth Mancera, en una rueda de prensa”[3]. Con este veredicto se caía el montaje en curso, orquestado por parte de la gran prensa. 

En primer semestre de comunicación social y periodismo, se enseña que la función de la prensa y de todo medio de comunicación es informar, formar opinión, educar y entretener. Y todo ello desde el apego a la verdad, la independencia informativa, la responsabilidad social y la fidelidad al código deontológico que regula el comportamiento del periodista.  Se enseña que es importante buscar la objetividad, aunque no se encuentre, proteger la verdad, mantener el rigor investigativo y siempre, contrastar fuentes y datos para brindar una información seria, precisa y responsable. Esa es la teoría. Pero cuando dominan los intereses políticos y empresariales de los dueños de los medios de comunicación, y de sus poderosos aliados, la ética se hace obsoleta. Igual desaparece cuando la práctica periodística empieza a ser suplantada por nuevos liderazgos en redes sociales, donde domina el afán de reconocimiento personal, antes que el bienestar social. No se busca la verdad, sólo escandalizar. 

Sin embargo, hoy esas ligerezas informativas -que poco a poco van configurando una acción delictiva- no son inocuas. Cuando un país atraviesa un proceso de transición política o de cambio de agenda, y avanza hacia nuevas formas democráticas y plurales de convivencia social, como dijera alguna vez el analista hondureño Víctor Meza, fallecido en 2022, el papel de la prensa adquiere una importancia especial como factor clave para impulsar y promover la nueva cultura política que la democracia requiere. “Para que la prensa pueda cumplir con solvencia el nuevo rol que la transición democrática le plantea, es indispensable que ella misma esté dispuesta a apostar por la democracia y la modernidad. O, lo que es lo mismo, que esté dispuesta a romper con el pasado de servidumbre política ante el autoritarismo del poder público”[4]. 

El gobierno debe asumir, desde su vocación de “poder popular”, que la creación de espacios de participación y de pedagogía ciudadana son elementos esenciales de la comunicación pública, y a su vez, es la movilización social el eje articulador de la acción comunicativa, orientada a la construcción de bienes públicos y al fortalecimiento democrático de una sociedad.  La historia no puede ser escrita por los intereses de la gran prensa; es la sociedad despierta, deliberante y participativa, la que debe dejar el testimonio de un tiempo, y reconocerse como parte esencial de un proyecto de nación. Es sumamente grave para una democracia y para una sociedad que intenta romper con las viejas espirales de violencia y superar los estragos humanos de una guerra degradada que aún no termina, que el contexto político este dominado por el afán mediático de una prensa enemiga. Y es aún más inquietante cuando una opción de cambio comprometida con los interés populares y con el deber de saldar una vieja deuda histórica en materia de seguridad, justicia y garantías sociales con el pueblo colombiano, rompe con el dominio hegemónico bipartidista, e intenta desarrollar un verdadero Pacto Histórico. 

La acción mercenaria de la prensa no puede ser ignorada y tampoco puede sustituir o limitar la comunicación gubernamental. Esa nueva esfera pública híbrida y fragmentada, que a decir del profesor Fabio López de la Roche[5], en anterior número de la revista Sur, se configura en lo que va corrido del siglo XXI, ofrece también recursos que escapan del predominio de la prensa tradicional, facilitando el acceso directo a las más diversas audiencias. Ya no es sólo un canal o un discurso en permanente confrontación. Se trata de consolidar un nuevo poder político con el apoyo de una prensa capaz de aportar a la cultura democrática del país. Se trata de ser y ejercer, con estrategia y visión, verdadero poder popular. 



[1] El Comején; “Petro: espera lo mejor, prepárate para lo peor”. Opinión. Por Yesid Arteta Dávila. Bogotá, 2 de junio de 2023. Ver en: https://elcomejen.com/2023/06/02/petro-espera-lo-mejor-preparate-para-lo-peor/

[2] Revista Cambio; “La cuerda floja: Petro, los Gilinski y Vicky”. Por María Jimena Duzán. Bogotá, junio 17 de 2023. Ver en https://cambiocolombia.com/poder/la-cuerda-floja-petro-los-gilinski-y-vicky-por-maria-jimena-duzan

[3] Revista Portafolio; “Confirmado: coronel Dávila sí se suicidó, según informe de la Fiscalía”. Bogotá, 21 de junio de 2023. Ver en: https://www.portafolio.co/economia/gobierno/el-coronel-de-la-policia-oscar-davila-si-se-suicido-segun-informe-de-la-fiscalia-584720

[4] CLACSO; “El poder, la democracia y la prensa: una relación contradictoria y difícil”. Por víctor Meza. CEDOH, Centro de Documentación. Tegucigalpa, 2002. Pág. 5.

[5] Leer artículo completo en Revista Sur; “La comunicación presidencial de Gustavo Petro: antecedentes, riesgos y desafíos”. Bogotá, 5 de junio de 2022. Ver en: https://www.sur.org.co/la-comunicacion-presidencial-de-gustavo-petro-antecedentes-riesgos-y-desafios/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=la-comunicacion-presidencial-de-gustavo-petro-antecedentes-riesgos-y-desafios

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